Nos venden la externalización de las plantillas que trabajan en el sector público como imprescindible para la gestión “eficiente” de algunos servicios e, incluso, pretenden demostrar con números la “sostenibilidad” de un sistema basado en la privatización de servicios esenciales para el funcionamiento de las instituciones. En base a meros criterios economicistas se justifica la “rentabilidad” que para el cliente, en nuestro caso la Universidad, supone la intermediación de una empresa. Pero esta argumentación carece del sustento científico y material que debería regir todas las actuaciones de una institución de educación superior y, sobre todo, sólo muestra una cara de la realidad.
La cara que queda oculta de este tipo de gestión es la de los extenuantes ritmos de trabajo, la presión empresarial para rebajar las condiciones salariales, las coacciones patronales para que las trabajadoras acepten discontinuidades del contrato y/o reducciones involuntarias de jornada, el desprecio a la conciliación de la vida laboral y personal, etc, cuando los gestores de las empresas no dudan ni un ápice en aplicar políticas agresivas de recursos humanos, en amenazar, extorsionar y saltarse la legalidad laboral con tal de asegurar, a costa del erario público, un nivel de beneficios empresariales que consideren “suficiente” para aceptar la explotación del servicio (y de sus trabajadoras/es).
Lo estamos viviendo estos días con las trabajadoras de la cafetería del edificio Altabix de la Universidad Miguel Hernández, que tras más de 18 meses de ERTE por la pandemia vuelven al trabajo un año más tarde que otras plantillas igual de fundamentales como son limpieza o conserjería. La presión iniciada desde CSO, con múltiples propuestas tramitadas así como reuniones y contactos con el Vicerrector de Infraestructuras, junto a una campaña que, en tan solo una semana, ha recogido más de 700 firmas de trabajadoras/es y estudiantes de la UMH, sin duda han precipitado la inminente reapertura de este esencial servicio, en principio prevista para el próximo lunes 4 de octubre. Desde aquí agradecemos el apoyo de la comunidad universitaria a nuestra modesta campaña.
No olvidemos, sin embargo, que esta reapertura se produce después de dos semanas tras la reanudación de las actividades docentes con un 100% de presencialidad. Y tampoco podemos celebrarlo porque a estos inaceptables retrasos se suma ahora las condiciones leoninas que plantea la empresa Catering 45 a sus trabajadoras: se abre la cafetería con la condición de que menos de la mitad de ellas sale del ERTE (sólo 1 de las 3 cocineras y 2,5 de las 6 camareras: un 38,9% de la plantilla) y reduciendo unilateralmente la jornada de tiempo completo a tiempo parcial a una de ellas. Debe de ser que quienes toman este tipo de decisiones no saben, más bien no quieren, calcular la cantidad de trabajo que supone atender una cafetería de 486 metros cuadrados, la más grande que tiene el Campus de Elx y probablemente de toda la Universidad.
Como siempre ocurre, el deterioro de las condiciones laborales va de la mano del de la propia prestación del servicio. De hecho, las tareas de limpieza de un espacio que lleva abandonado desde su cierre en marzo de 2020 están sacando a la luz la ausencia de interés que tanto la Universidad como la empresa adjudicataria han tenido por mantener las instalaciones con el mínimo exigible de condiciones de salubridad. La apertura de la cafetería Altabix con tan sólo ¡3 trabajadoras y media!, además de plantear serias dudas legales, compromete seriamente la viabilidad del servicio, la salud y seguridad de sus trabajadoras y, tratándose de un establecimiento alimentario, incluso cuestiones de salud pública que en estos momentos más que nunca deben formar parte de nuestra conciencia colectiva.
Con este tipo de políticas se atenta contra la salud física y psicosocial de las compañeras trabajadoras, todas ellas con jornadas de 8 horas y contratos indefinidos gracias a su firmeza, pero sometidas a amenazas, chantajes y desinformación, obviando que llevan más de 20 años trabajando en las cafeterías de esta Universidad y tienen pleno derecho a defender sus condiciones laborales con uñas y dientes.
Es evidente que a la Administración de la UMH le importa más quedar bien con las empresas adjudicatarias que con el personal que trabaja para dichas empresas y el resto de trabajadoras/es y estudiantes que necesitamos del correspondiente servicio. Estas “nimiedades” no parecen tener ningún interés para quienes se escudan en sellos de calidad y posiciones top en ciertos rankings internacionales de Universidades. Hay que esconderlas debajo de la alfombra haciendo buena la expresión “no dejes que la realidad te estropee una buena noticia”. Eso sí, el día 8 de marzo nuestros gestores salen a las puertas de los edificios a hacerse la foto por los derechos de las mujeres. Tenemos en esta Universidad a un colectivo de 8 mujeres trabajadoras que están siendo permanentemente maltratadas y la Administración mira hacia otro lado.
El conflicto que se vive en la cafetería del edificio Altabix muestra a nuestra escala todas las contradicciones de clase, de género y sistémicas: la Universidad pone el local y prácticamente todo el aparataje, tenemos a las trabajadoras, a la clientela cautiva,…; lo único que impide la reapertura de este servicio tan esencial en las condiciones que necesitamos plantillas y estudiantes de la UMH es la mediación de una empresa tan parasitaria como absolutamente prescindible.
La necesidad de la gestión pública directa de los servicios públicos queda una vez más en evidencia. Basta ya de plantillas esenciales para el funcionamiento de la Universidad abandonadas a los intereses especuladores de las empresas adjudicatarias. Desde CSO consideramos que la única salida es la gestión directa de todas las plantillas que prestan servicio en la Universidad y comenzar con la cafetería del edificio Altabix, asumiendo el 100% de la actual plantilla, sería un paso en la dirección correcta.
Necesitamos una cafetería en la que no se formen colas interminables y a la que podamos acudir con garantías de calidad y seguridad en el servicio, y para ello vamos a seguir trabajando junto con las platillas. Presionemos entre todos y todas al Vicerrector y a la empresa para que abran al 100%, como está abierta la Universidad y el resto de servicios. Los aforos teóricos previstos no deben servir de excusa para la reducción de plantillas. Al contrario, el cumplimiento con las necesarias tareas de higienización impuestas por la pandemia incrementa significativamente las cargas de trabajo y, de nuevo, deben priorizarse por encima del lucro empresarial.
¡Basta de especulación empresarial a costa de los Servicios Públicos!
¡Fuera las empresas de la Universidad!
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