Durante los pasados días 2 y 3 de noviembre se desarrolló en la Asamblea General de las Naciones Unidas el debate del proyecto de Resolución A/77/L.5, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, presentado por la República de Cuba.
Por trigésimo año consecutivo, la inmensa mayoría de las naciones del mundo votaron a favor de esta resolución, condenando el criminal bloqueo que desde hace 60 años persigue doblegar la voluntad de un pueblo que lleva más de 150 años luchando por su soberanía. El resultado fue, de nuevo, contundente: 185 votos a favor de la propuesta de resolución cubana; 2 votos en contra, los de EE.UU. (lógica) e Israel (sin comentarios); y 2 abstenciones, la de Brasil (todavía de Bolsonaro) y Ucrania (sin comentarios).
Los daños económicos producidos por el bloqueo se calculan en 154.217 millones de dólares a precios corrientes, y en 1.391.111 millones de dólares al valor del oro. El coste social en sanidad, educación, agricultura, industria, alimentación,…, es incalculable. Los efectos del bloqueo se han comparado con los “de una pandemia permanente, de un huracán constante”. Más del 80 % de la población cubana actual ha nacido bajo el bloqueo.
Mientras en los momentos más críticos de la pandemia por COVID-19 Cuba enviaba 58 brigadas médicas a 42 países, se le impedía la adquisición de oxígeno medicinal y de ventiladores pulmonares. Más aún, el bloqueo unilateral se agravó con la adición de 243 medidas coercitivas adicionales durante la Administración Trump, que la de Biden ha mantenido intactas. La injustificable inclusión de Cuba en la “Lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo” por el Departamento de Estado de EE.UU., nueve días antes de la salida de Trump de la Casa Blanca, tampoco revocada por Biden, supone que Cuba deba pagar hasta el doble del precio por cualquier mercancía en el mercado internacional a consecuencia del incremento exponencial del “Riesgo País”.
A pesar de la criminal estrategia de aprovechar una pandemia para socavar las condiciones de vida de la población y el apoyo social al Gobierno de Cuba, se ha impuesto la realidad de una gestión que se ha traducido en una tasa de mortalidad por COVID-19 que es 3,2 veces inferior a la de España (y era mucho más baja antes de que la variante Delta hiciera estragos a mediados de 2021 poco antes del inicio de la vacunación en la Isla), que lleva varios meses prácticamente sin muertes por COVID cuando en España continúan muriendo cientos de personas cada semana, y cuya tasa de incidencia acumulada a 14 días es de 7 casos frente a los 518 casos de España por cada 100.000 habitantes. Cuba ha desarrollado tres vacunas propias (Soberana 02, Soberana Plus, y Abdala) y dos candidatos vacunales cercanos a su aprobación (Soberana 01 y Mambisa). Cuba presenta una de las tasas de vacunación más elevadas del mundo, con un 90,3% de la población protegida por el esquema de vacunación completo.
La supervivencia de Cuba a tamañas agresiones se sustenta en el esfuerzo colectivo de un pueblo que no se rinde y que fundamenta su resistencia en la construcción, desde hace décadas, de un robusto sistema de ciencia y salud estrictamente públicos, de alta calidad, sin la intervención de empresa privada alguna, y accesible a todas las cubanas y cubanos pues no obtiene beneficio económico al interno del país. Todo un ejemplo que merece el apoyo de las instituciones académicas y científicas de un país como el nuestro, que está unido al pueblo cubano por lazos históricos. Es por ello que, dentro de nuestro ámbito de actuación, instamos a la Administración de la UMH a pronunciarse públicamente contra el bloqueo económico, comercial y financiero de EE.UU. contra Cuba, y a que promueva dicha iniciativa en el seno de la CRUE.
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